martes, 25 de marzo de 2008

¿AL QUE ESTAFA, CÓMO DEBEMOS LLAMARLE AHORA?

Los Albertos ( Alberto Cortina y Alberto Alcocer)


Cuando comparamos el esfuerzo que Hacienda nos pide a las clases medias con el que se le pide a los propietarios de las grandes fortunas, nos acusan de demagogos. Pero por ejemplo, y sin ir más lejos, el Pocero, Francisco Hernando, el hombre más rico de España, condenado a cuatro años de prisión por varios delitos fiscales, ha logrado eludir la cárcel tras acceder el juez al pago "fraccionado " de las multas. Su deuda fiscal superaba los tres millones de euros, al parecer ya liquidados. Ahora le queda una parte de los casi cuatro millones en sanciones impuestas por el juzgado, el mismo juzgado que le permitió aplazar los pagos.
Y el caso de los "Albertos", los ex maridos de las hermanas Koplovich, que han sido liberados por el Tribunal Constitucional de la condena impuesta por el Tribunal Supremo a tres años y cuatro meses por estafa. Para mayor claridad, el Alto Tribunal no pone en cuestión que estos chicos estafasen 24 millones de euros a sus socios, simplemente estima que el delito ha prescrito, según su particularísima manera de establecer el tiempo de prescripción de los delitos, que supone un cambio repentino de doctrina, se opone al criterio del Tribunal Supremo y nos demuestra una vez más a los ciudadanos de a pie, la impunidad de los poderosos y es, en definitiva, un agravio comparativo con otros delincuentes convictos y confesos. Por ejemplo, Javier de la Rosa, que ya ha solicitado acogerse a la nueva doctrina. Por cierto, son amigos personales de la Casa Real, quizás eso cuente también, aquí se protegen unos a otros. Lo mejor del caso es que encima los Albertos han pedido que se les devuelva la fianza que depositaron para no entrar en la cárcel en su día.
En la Milla de Oro de Madrid, se hace un descuento automático del 50% a los Reyes en cualquier tienda, al resto de la Familia Real, un 40%. Al pobre Duque de Lugo, ahora defenestrado, han pasado a hacerle tan sólo un 30% y los ciudadanos corrientes es que no podemos ni entrar porque todo se sale de nuestro presupuesto. Es sólo un pequeño ejemplo de la diferencia de unas vidas a otras.
Pero vamos a lo realmente importante:
¿De verdad que somos todos iguales ante la ley como dice la Constitución?

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