martes, 25 de marzo de 2008

Mi vida por ser campeón...


El futbol saca lo peor de todos nosotros.

Que la Boca esta de luto que son todos negros putos y tantas cosas más.

Una vez por semana, todas las semanas, el hombre común puede ir y descargar sus peores y más contenidas pasiones en una cancha de fútbol, inventándose a un desconocido como su peor enemigo. Racismo exacerbado, machismo, chauvinismo y tanto de todo eso bajando de las tribunas.

En el barrio de la Paternal, hay un bicho que es homosexual.

Alguna que otra cosa que se canta merecerían mi máximo repudio en cualquier otra situación. Algunas que más o menos conocemos su tenor, me lo merecen incluso en estos contextos.

Pero en general, siempre pensé que era sano. Que todos esos prejuicios espantosos en que la gente basa sus vidas en muchos momentos salgan a la luz en los estadios y no en la vida cotidiana. Que la violencia verbal masificada es mejor que la violencia física individual y que los lugares donde descargar sin dañar a otros impulsos violentos son buenos lugares.

Por supuesto, en general apuesto a que en algún momento algunos prejuicios y violencias sociales mermen en su existencia concreta, pero, como dije, me gusta el lugar donde descargarlos sin daños a terceros.

Y quiero quemarles matadero' y la vuelta dar.

Pero en algún punto, la descarga sana deja de serlo, la inacción del estado, la generación de grupos dedicados a vivir profesionalmente de su condición de hincha, el endiosamiento por los hinchas "comunes" de los hinchas "caracterizados" y los borrachos, y la pandilla, y la 12 y la guardia imperial y tantas boludeces que se reproducen y contribuyen a alimentar como mito a un grupo de doscientos lúmpenes que viven de su lumpenismo. Y entonces todas esas expresiones de descarga de la violencvia contenida, eso que hace de la cancha un pasatiempo más allá del fútbol, pasa a ser tomado demasiado en serio, y la violencia se descarga en forma de violencia y no se cuantos que si no tuvieran el domingo para ver a su equipo se descargarían con sus hijos, sus mujeres, sus amigos o lo que diablos fuera, pero nos encontramos con que la descarga es bastante más concreta y cuenta doscientos y pico de muertos por una camiseta de fútbol. Como si no hubiera mejores motivos para que la gente se mate que el equipo del que es hincha. Y todo lo que evita en la semana hace que el domingo se intenten matar con algun imbécil del que son amigos en la fábrica.

Y Velez, vos ya lo sabés, sos chico, sos puto y encima corrés, o algo así. Y se murió un tal Emanuel Alvarez. Y prometemos venganza. Y casi tengo que retirar entonces todo lo que dije sobre la sana canalización de la violencia...

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